España es un ejemplo de ese proceso desértico, con una cuarta parte de la superficie bajo sus efectos, que provoca anualmente un millón de toneladas de pérdida de suelo vegetal, causado mayormente por las características físicas de gran parte del territorio, de marcada orografía y grandes extensiones de suelos arcillosos, los cuales son fácilmente erosionables por la acción de las lluvias, apoyados por el clima mediterráneo cuyos aguaceros se concentran fuertemente y en poco tiempo.
Los agentes causantes de la erosión
Durante el proceso de erosión se arranca y transporta las capas superficiales de la tierra vegetal. Los agentes externos causantes de la erosión y modelación de la corteza terrestre son esencialmente: la intemperie; el viento (erosión eólica); las aguas superficiales (erosiones pluvial y fluvial); las aguas subterráneas; los glaciares; el mar y los organismos litófagos.
Erosión eólica
La erosión eólica es llevada a cabo por el viento y es cuantitativamente menos importante que las demás; está condicionada a la ausencia de vegetación y a la presencia de partículas sueltas en la superficie.
La deflación se produce cuando el viento levanta los fragmentos sueltos del suelo; la abrasión tiene lugar cuando dichos fragmentos chocan con la superficie de las rocas y las desgastan; en las rocas de consistencia heterogénea la erosión avanza más rápidamente en las zonas más blandas, produciendo una superficie denominada alveolar.
Erosión fluvial
La erosión fluvial es la que llevan a cabo los cursos de agua continentales (ríos y torrentes); la energía cinética del agua determina la intensidad de la erosión y depende de la energía potencial, que se debe a la diferencia de altura entre la zona donde discurre y el nivel del mar (nivel de base).
La energía cinética no es uniforme a lo largo del curso del río y es mayor en el tramo alto, de mayor pendiente, y menor en la desembocadura; ello determina una erosión diferencial que modifica el perfil longitudinal del curso del río, evolucionando hacia un modelo teórico, el denominado perfil de equilibrio, en el que cada punto del mismo recibe por sedimentación la misma cantidad de materiales que pierde por erosión. Los cambios de nivel de base (transgresiones y regresiones marinas) determinan un nuevo perfil de equilibrio.
Erosión glaciar
La erosión glaciar se debe a la acción de los glaciares sobre las rocas de la superficie; la erosión es mucho más intensa en el fondo de la masa de hielo que en los costados, lo que determina el típico modelado de los valles glaciares en forma de U.
Este tipo de erosión se debe en parte a la abrasión producida en la roca del fondo por los fragmentos que engloba el hielo, separados de la primera por una fina película de agua; pero también interviene un mecanismo distinto, mediante el cual el hielo pegado a la roca, sin agua fundida que los separe, arranca fragmentos de la misma. Estructuras características que resultan de la erosión glaciar son los circos glaciares, los valles colgados y los lagos de origen glaciar.
Erosión marina
La erosión marina es la que lleva a cabo el mar sobre las rocas del litoral; la acción principal se debe al movimiento de las olas, cuya energía procede de la energía cinética del viento. Las mareas tienen una actividad erosiva menos importante pero por otra parte aumentan el área de actuación del oleaje al modificar periódicamente el nivel del mar.
La erosión que llevan a cabo las olas se debe en parte al choque del agua contra las rocas y también a la abrasión que ejercen los fragmentos que arrastra el agua y que proceden de la misma roca erosionada. Las formas erosivas más características son los acantilados y las plataformas de abrasión.
Las actividades culturales humanas favorecen la acción de los agentes naturales de la erosión
Pero no son estos los únicos agentes y factores causantes de la erosión, el hombre con sus actos de tipo cultural y económico, ha fortalecido la acción de los agentes naturales. En gran parte del planeta se realizan prácticas agrícolas que contribuyen a la erosión de los terrenos.
La repoblación masiva de especies de crecimiento rápido en base al interés económico que ello representa, como son los eucaliptos, contribuyen a la decadencia de los suelos por su corto arraigo y mínimo aporte, ya que el tiempo es parte fundamental para su formación, además de ser especies de fácil combustión. Todo ello en detrimento de las especies de frondosas de hoja perenne o caduca, buenas formadoras de suelos.
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