miércoles, 29 de agosto de 2012

Ecosistema del suelo

El suelo debe ser estudiado también como un ecosistema, aunque restringido, dentro de otro más general. Existen factores edáficos, es decir, propiedades físicas y químicas del suelo, que tienen una acción sobre los seres vivos que lo habitan. Las características físicas se refieren a profundidad, inclinación, composición, etc. Por su parte, las características químicas están referidas a las materias circulantes por ese medio, tales como agua, gases, sustancias minerales y orgánicas.
En el biotopo del suelo, para que se desarrolle como tal, se dan una serie de condiciones que van en función de los factores climáticos del lugar, aunque modificados por las características especiales del propio biotopo. Por ejemplo, a pocos metros de la superficie desaparecen las variaciones climáticas estacionales; conforme se profundiza se reduce la temperatura y con sólo medio metro también desaparecen las variaciones noche/día.


Las especies que huyen de la luz encuentran en este hábitat un refugio ideal. En cuanto al oxígeno, éste desciende progresivamente conforme se avanza en profundidad, aumentando a su vez el dióxido de carbono, algunas bacterias habitan esas zonas del suelo donde se produce la anaerobiosis (carencia de oxígeno).
Las comunidades edáficas, es decir, los habitantes de los suelos, tienen representantes de todos los reinos de seres vivos. Un nivel del suelo llamado rizosfera, está colonizado por los órganos subterráneos de las plantas. Bacterias, hongos y protistas fotosintéticos (algas unicelulares) constituye la microflora edáfica.
Las bacterias pueden suponer una densidad de varios miles de millones por gramo de suelo, muy superior a la de los hongos que pueden representar unos cuantos cientos de miles. En cuanto a los protistas heterótrofos (protozoos) son los representantes de menor entidad en la micro fauna edáfica.
Los invertebrados tienen amplia representación en la fauna hipogea , anélidos, rotíferos, nemátodos, insectos (colémbolos, isópteros, coleópteros, ortópteros, himenópteros), arácnidos (ácaros, arañas), miriápodos (ciempiés y milpiés) y moluscos (caracoles y babosas). Todos ellos colaboran en el cierre del ciclo de la materia, transformando las características físicas del suelo, descomponiéndolo, mineralizando la materia orgánica, y disponiéndola para ser absorbida por los vegetales.
Por su parte, entre los vertebrados habitantes del suelo se encuentran presentes los animales excavadores: topos, conejos y diferentes especies de roedores. Estos animales influyen favorablemente en el sustrato realizando excavaciones y galerías.

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