sábado, 28 de julio de 2018

Niveles tróficos

Dado que el flujo de energía en un ecosistema ocurre cuando los organismos se comen unos a otros, debemos agruparlos teniendo en cuenta su fuente de energía. Dentro de un ecosistema los organismos que obtienen energía de una fuente común constituyen un nivel trófico o alimentario.
Las plantas fotosintéticas, que obtienen su energía directamente del sol, constituyen el nivel trófico denominado productores. Elaboran moléculas orgánicas ricas en energía y a partir de ellas se alimentan los demás organismos.

Los organismos que se alimentan de otros seres vivos constituyen el nivel conocido como consumidores, los que a su vez se dividen en:
organismos herbívoros, a través de ellos ingresa la energía producida por las plantas, al mundo animal, animales carnívoros primarios, se alimentan de organismos herbívoros, y los carnívoros secundarios se alimentan de organismos carnívoros primarios, y así sucesivamente.
Los organismos que se alimentan del cuerpo muerto de otros organismos o  de sus productos de desecho se denominan descomponedores.

martes, 1 de mayo de 2018

Flujo de la energía a través de los ecosistemas

La vida en la tierra depende de la energía del sol que llega a la superficie terrestre y queda a disposición de los seres vivos.
A 150 millones de kilómetros de distancia el sol libera enormes cantidades de energía, una pequeñísima fracción de esta energía llega a la tierra en forma de ondas electromagnéticas, que incluyen calor, luz y radiación ultravioleta. De la energía que llega, gran parte es reflejada por la atmósfera, las nubes y la superficie terrestre. La tierra y su atmósfera absorben una cantidad aún mayor, y sólo queda alrededor de 1% para ser aprovechada por los seres vivos. Del 1% de la energía que llega a la tierra en forma de luz, las plantas verdes y otros organismos fotosintéticos capturan 3% o menos. En conclusión la vida en la tierra se sostiene con menos de 0,03% de la energía que la Tierra recibe del Sol.


Todas las transformaciones de la energía obedecen a las  leyes de la termodinámica. La segunda ley de la termodinámica gobierna los patrones de flujo de energía a través de los ecosistemas.

La fotosíntesis y el flujo de la energía

La energía entra a las comunidades por la vía de la fotosíntesis. Esta energía alimenta los procesos del ecosistema. 
La tasa o intensidad a la cual las plantas (productores de un ecosistema) capturan y almacenan una cantidad dada de energía se denomina productividad primaria bruta, la que está determinada por la cantidad de agua y temperatura disponibles.  Y producción primaria neta es la que queda luego de restar la energía que las plantas usan para su mantenimiento (como respiración, construcción de tejidos y reproducción). Parte de esta energía (la que forma los tejidos vegetales) es consumida por animales herbívoros o usada por otros organismos cuando la planta muere. Las plantas contienen mucha menos energía que la que asimilaron debido a la gran cantidad que consumen para su mantenimiento, solo la energía que las plantas no usan para mantenerse está disponible para ser almacenada por los animales.

miércoles, 25 de abril de 2018

Concepto y funcionamiento de un ecosistema

Ecosistema es el conjunto formado por los seres vivos de una comunidad y el espacio físico donde viven, donde se relacionan  recíprocamente; es la combinación de componentes bióticos y abióticos a través de los cuales fluye la energía y circulan los materiales. 
Un ecosistema es cualquier "retazo" de la Biosfera, delimitado de alguna manera por unas características más o menos definibles; el ejemplo típico es el de un lago, pero también son ecosistemas un prado o un desierto. Un ecosistema puede ser tan pequeño como un leño caído o tan grande como la Biosfera. O sea que puede ser estudiado e identificado a muchas escalas espaciales, desde unidades locales hasta el planeta entero. A escala global la tierra es un único ecosistema.
Río Negro, Carmen de Patagones
El funcionamiento de todos los ecosistemas es parecido. Todos necesitan una fuente de energía que, fluyendo a través de los distintos componentes del ecosistema mantienen la vida y movilizan el agua, los minerales y otros componentes físicos del ecosistema. La fuente primera y principal de energía es el sol, que permite que se realicen todas las actividades de la vida.
Las moléculas orgánicas (presentes en los seres vivos) han sido construidas a partir de componentes químicos simples, éstos se obtienen del medio en forma de nutrientes.
La energía solar se utiliza y se transforma a través de distintas reacciones químicas y termina convertida en energía calórica que irradia nuevamente al espacio. En tanto los nutrientes químicos se conservan y, aunque  cambien su forma y distribución, no se van de la tierra y se regeneran constantemente. 
En un ecosistema las moléculas orgánicas, que contienen energía, producidas por los organismos autotróficos o productores (las plantas y algunos protistas) son la fuente de alimento para los organismos heterotróficos o consumidores. Por ejemplo, una planta puede ser comida por un animal y éste, a su vez, por otro animal. De esta manera la energía es transferida a través de una serie de organismos cada uno de los cuales se alimenta de los organismos que encuentra en el nivel anterior. Esta secuencia se denomina cadena trófica o alimentaria. Cada nivel de esta cadena se llama nivel trófico.

Concepto de ecología

Estudia las interacciones entre organismos (factores bióticos) y entre los organismos y su ambiente físico, inanimado (factores abióticos, como agua , temperatura, pH, viento y nutrimentos químicos), regulando la distribución y la abundancia de los organismos.
Huanguelén, provincia de Buenos Aires
La tarea  de la ecología es tratar de descubrir las consecuencias de esas interacciones, de qué manera los organismos afectan y son afectados por los aspectos bióticos y abióticos y determinar si esas relaciones influyen o no en los tipos y números de organismos que se encuentran en un lugar y momento dados.

sábado, 21 de abril de 2018

Día Internacional de la Madre Tierra, 22 de abril

La Asamblea General designa en su resolución A/RES/63/278 el 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra, teniendo en cuenta que en muchos países se celebra el día de la Tierra, y con el objetivo de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, las sociales y las ambientales de las generaciones presentes y futuras, y para promover la armonía con la naturaleza y la Tierra.
Invita a todos los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, las organizaciones internacionales, regionales y subregionales, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y las partes interesadas a observar el Día Internacional de la Madre Tierra y crear conciencia al respecto, según proceda.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano de 1972 celebrada en Estocolmo sentó las bases de la toma de conciencia mundial sobre la relación de interdependencia entre los seres humanos, otros seres vivos y nuestro planeta. Asimismo, se estableció el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente y se creó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la agencia de la ONU encargada de establecer la agenda ambiental a nivel global, promover la implementación coherente de la dimensión ambiental del desarrollo sostenible en el sistema de las Naciones Unidas y actuar como un defensor autorizado del medio ambiente.
En 1992, más de 178 países firmaron la Agenda 21, la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, y la Declaración de Principios para la Gestión Sostenible de los Bosques en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (UNCED), que tuvo lugar en Río de Janeiro (Brasil) del 3 y el 14 de junio de 1992.
En el año 2005, la Asamblea General declaró 2008 como el Año Internacional del Planeta Tierra para promover la enseñanza de las ciencias de la Tierra para facilitar a la humanidad los instrumentos necesarios para el uso sostenible de los recursos naturales y para construir la infraestructura científica esencial para el desarrollo sostenible.
En 2012 se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, también conocida como Rio+20. Como resultado, se elaboró un documento que contenía medidas y prácticas para implementar un desarrollo sostenible. Además, en Río, los Estados Miembros decidieron emprender un proceso para establecer los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que se basarían en los Objetivos de Desarrollo del Milenio y coincidirían con la Agenda para el desarrollo después de 2015.
El impacto del cambio climático en 2014 en llulisat Icefjord (Groenlandia) declarado Sitio del Patrimonio Mundial por la Unesco. Foto ONU/Mark Garten

viernes, 20 de abril de 2018

Concepto de ambiente

El ambiente o medio ambiente, expresión esta última ciertamente redundante pero muy difundida entre los países de habla hispana, hace referencia a un sistema, es decir, a un conjunto de variables biológicas y físico-químicas que necesitan los organismos vivos, particularmente el ser humano, para vivir. Entre estas variables o condiciones tenemos, por ejemplo, la cantidad o calidad de oxígeno en la atmósfera, la existencia o ausencia de agua, la disponibilidad de alimentos sanos, y la presencia de especies y de material genético, entre otras. 
Muchos entienden equivocadamente que el ambiente lo es «todo» o, como dirían algunos, «el resto del universo». El concepto de ambiente que nos interesa hace referencia a aquel en el que se integran los seres vivos, es decir, aquel dentro del cual interactúan las formas de vida. Obviamente, hay un particular énfasis en la preocupación por los ambientes humanos, en la medida en que su conservación garantiza nuestra existencia. Sin embargo, ello no excluye que podamos identificar ambientes que corresponden a organismos vivos diferentes al humano, por ejemplo, el de las especies endémicas de la fauna amazónica. Debemos advertir a nuestros lectores que el término «ambiente» no es sinónimo de «ecología». Así, es un error afirmar: «Vamos a defender la ecología de tal o cual especie silvestre». 
Ecología es un término que empleó por primera vez el biólogo alemán Ernst Haeckel en 1864 para designar la disciplina que estudia las relaciones entre el hombre y su ambiente (oikos: casa y logos: ciencias). En tal sentido, decir «defendamos la ecología» es como decir «defendamos la psicología o la filosofía». Un concepto que nos ayuda a delimitar el ámbito y los alcances de la noción de ambiente es el de la biosfera. Si bien todavía no conocemos suficientemente cuál es el origen de la vida en la Tierra, es claro que la vida del hombre y de los demás organismos vivos es posible solo en la biosfera. La biosfera se define como el espacio que contiene los ambientes biológicamente habitables. Este espacio abarca entre los 10 km por debajo del nivel del mar y los 8 km por encima del mismo; en él se integran la litosfera (suelo), la hidrosfera (agua) y la atmósfera (aire). Es en este escenario donde el hombre ha construido una tecnósfera o un ambiente edificado con industrias y centros urbanos. Las formas de vida que conocemos sobre la Tierra que incluyen al hombre han surgido, y en muchos casos se han mantenido y evolucionado, sobre estos grandes soportes naturales. Pero estos soportes no son compartimentos estancos, independientes uno del otro. Son, por el contrario, dinámicos y están en permanente interacción: las lluvias y las sequías; los bosques y la desertificación; la producción de gases por la industria y el efecto invernadero, no son más que manifestaciones extremas de esta interacción. 
Pero hay algo más. Los organismos vivos —bióticos— también se encuentran en una estrecha relación con los ecosistemas. Así pues, los seres vivos y los elementos no vivos vitalmente unidos a ellos —abióticos, como minerales, petróleo, etc.— necesitan interactuar en un soporte natural que denominamos ecosistema —bosque, lago, campo cultivado, ciudad, entre otros. Así pues, la biosfera es un complejo sistema en el que interactúan los seres vivos y no vivos, y estos con los ecosistemas, y requiere de un equilibrio como condición para que la vida siga siendo posible. Este equilibrio, que se denomina «equilibrio ecológico», se encuentra permanentemente amenazado por factores naturales o humanos. En efecto, desde los orígenes de la vida en el planeta, la naturaleza realiza determinados ajustes en los que no interviene la actividad del hombre, generando impactos significativos y en muchos casos catastróficos en el equilibrio ecológico. Nos referimos por ejemplo a los terremotos, inundaciones, diluvios e incendios forestales. Sin embargo, el ser humano ha adquirido una enorme capacidad para modificar la naturaleza con la finalidad de satisfacer sus necesidades. Con ello, crecen sus posibilidades de producir impactos negativos en el equilibrio ecológico, como por ejemplo el efecto invernadero, la desertificación, la contaminación del aire, los residuos tóxicos o peligrosos, la deforestación, etc.